Cuenta el mito de Hermes que nació en una cueva en el monte Cilene, en Arcadia. Tenía apenas pocos días cuando escapó de su cuna y echó a correr por los campos. De tanto andar, llegó hasta una pradera en donde su hermano Apolo apacentaba los rebaños de bueyes y vacas. Tentado por la oportunidad, Hermes decidió robar los bueyes y llevarlos a una cueva.
Una vez que ocultó su botín, Hermes regresó a su casa. Antes de entrar vio una tortuga y de inmediato se le ocurrió una idea. Mató a la tortuga, la vació y luego tensó sobre la caparazón una serie de cuerdas, elaboradas con tripas de buey. Así inventó la lira. Luego volvió a su cuna y se quedó dormido.
Cuando Apolo se dio cuenta del robo, utilizó sus poderes adivinatorios para encontrar al culpable. Así supo que había sido Hermes y lo acusó ante Zeus. Maia, la madre de Hermes, trató de disculparlo señalando que era apenas un bebé indefenso. Sin embargo, Zeus no se dejó engañar y le exigió al chico que devolviera lo hurtado.
Agobiado ante la autoridad de su padre, Hermes fue a la cueva donde tenía su botín y le devolvió las vacas y los bueyes a Apolo. Este, sin embargo, quedó maravillado con la lira.