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Bendiciones para cada uno de los seguidores del Catálogo divino.
Siempre atentos a crecer espiritualmente, encontramos en los santos verdaderas lecciones de fortaleza. En tiempos donde cualquier sufrimiento parece insoportable, su ejemplo —sobre todo el de los mártires— nos enseña que quien confía en Dios recibe la gracia para afrontar la adversidad y vencer el miedo.
Hoy recordamos a los santos cuya memoria se celebra el 24 de noviembre, y de manera especial a las Beatas Nicetas de Santa Prudencia y compañeras, mártires españolas de la persecución religiosa de 1936. Ellas formaban parte del grupo de los 233 Beatos Mártires de la Guerra Civil Española y pertenecían a la Congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad de Vedruna. Doce de ellas, residentes en la Casa de la Misericordia de Valencia, fueron martirizadas junto con su superiora.
La Casa de la Misericordia, dirigida por las Carmelitas desde 1858, atendía ancianos, niños y convalecientes. Con la proclamación de la República y el ascenso del Frente Popular en 1936, comenzó una creciente hostilidad contra las comunidades religiosas. Un decreto gubernamental ordenó sustituir a las religiosas por personal civil, obligando a las hermanas a refugiarse en un modesto apartamento sin condiciones básicas.
El estallido de la Guerra Civil desencadenó una persecución abierta contra la Iglesia. Las hermanas, tratando de protegerse, se dispersaron según las recomendaciones de su Madre provincial. Sin embargo, varias de ellas, provenientes del País Vasco y Castilla, no podían regresar a sus familias. Su superiora, Madre Nicetas Plaja Xifra, decidió quedarse con ellas a pesar de poder marcharse por ser catalana.
El 17 de noviembre de 1936, las hermanas que permanecían en Valencia fueron arrestadas por la FAI y llevadas a una checa para ser interrogadas. Después las trasladaron a la cárcel de mujeres de Alacuás. Allí mostraron profunda fe, orando por sus verdugos y fortaleciendo a quienes las rodeaban. Un sacerdote que pudo confesarlas quedó impresionado por su serenidad.
La madrugada del 24 de noviembre las trasladaron bajo el pretexto de liberarlas. En realidad, fueron llevadas a Paterna, al llamado Picadero, donde las doce hermanas fueron fusiladas y enterradas en fosas comunes. Hoy sus restos reposan en Vinalesa.
Su superiora, Madre Nicetas, nacida en 1863, había dedicado cincuenta años de servicio en la Casa de la Misericordia. Era una mujer firme, justa y profundamente fiel. Al ser llevada al martirio pidió ser la última en morir y pronunció su célebre oración: «Señor, me las has confiado, y te las devolveré cuando me las pidas».
Las beatas fueron reconocidas por su testimonio heroico y beatificadas en el año 2001. Su memoria conjunta se celebra el 6 de noviembre. Su vida nos invita a rezar por la paz, por el fin de la violencia y por un mundo donde reine el perdón. La plegaria del Papa Francisco nos recuerda que Dios es Señor de la historia y que su misericordia es inagotable, incluso cuando el ser humano se aleja de Él.
La vida es corta y está hecha para el bien. No podemos crear un mundo perfecto, pero sí sembrar esperanza mediante el perdón y el servicio humilde.
Beatas Nicetas de santa Prudencia y compañeras, vírgenes y mártires, Rueguen por nosotros.
By Hermanas Trovadoras de la EucaristíaBendiciones para cada uno de los seguidores del Catálogo divino.
Siempre atentos a crecer espiritualmente, encontramos en los santos verdaderas lecciones de fortaleza. En tiempos donde cualquier sufrimiento parece insoportable, su ejemplo —sobre todo el de los mártires— nos enseña que quien confía en Dios recibe la gracia para afrontar la adversidad y vencer el miedo.
Hoy recordamos a los santos cuya memoria se celebra el 24 de noviembre, y de manera especial a las Beatas Nicetas de Santa Prudencia y compañeras, mártires españolas de la persecución religiosa de 1936. Ellas formaban parte del grupo de los 233 Beatos Mártires de la Guerra Civil Española y pertenecían a la Congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad de Vedruna. Doce de ellas, residentes en la Casa de la Misericordia de Valencia, fueron martirizadas junto con su superiora.
La Casa de la Misericordia, dirigida por las Carmelitas desde 1858, atendía ancianos, niños y convalecientes. Con la proclamación de la República y el ascenso del Frente Popular en 1936, comenzó una creciente hostilidad contra las comunidades religiosas. Un decreto gubernamental ordenó sustituir a las religiosas por personal civil, obligando a las hermanas a refugiarse en un modesto apartamento sin condiciones básicas.
El estallido de la Guerra Civil desencadenó una persecución abierta contra la Iglesia. Las hermanas, tratando de protegerse, se dispersaron según las recomendaciones de su Madre provincial. Sin embargo, varias de ellas, provenientes del País Vasco y Castilla, no podían regresar a sus familias. Su superiora, Madre Nicetas Plaja Xifra, decidió quedarse con ellas a pesar de poder marcharse por ser catalana.
El 17 de noviembre de 1936, las hermanas que permanecían en Valencia fueron arrestadas por la FAI y llevadas a una checa para ser interrogadas. Después las trasladaron a la cárcel de mujeres de Alacuás. Allí mostraron profunda fe, orando por sus verdugos y fortaleciendo a quienes las rodeaban. Un sacerdote que pudo confesarlas quedó impresionado por su serenidad.
La madrugada del 24 de noviembre las trasladaron bajo el pretexto de liberarlas. En realidad, fueron llevadas a Paterna, al llamado Picadero, donde las doce hermanas fueron fusiladas y enterradas en fosas comunes. Hoy sus restos reposan en Vinalesa.
Su superiora, Madre Nicetas, nacida en 1863, había dedicado cincuenta años de servicio en la Casa de la Misericordia. Era una mujer firme, justa y profundamente fiel. Al ser llevada al martirio pidió ser la última en morir y pronunció su célebre oración: «Señor, me las has confiado, y te las devolveré cuando me las pidas».
Las beatas fueron reconocidas por su testimonio heroico y beatificadas en el año 2001. Su memoria conjunta se celebra el 6 de noviembre. Su vida nos invita a rezar por la paz, por el fin de la violencia y por un mundo donde reine el perdón. La plegaria del Papa Francisco nos recuerda que Dios es Señor de la historia y que su misericordia es inagotable, incluso cuando el ser humano se aleja de Él.
La vida es corta y está hecha para el bien. No podemos crear un mundo perfecto, pero sí sembrar esperanza mediante el perdón y el servicio humilde.
Beatas Nicetas de santa Prudencia y compañeras, vírgenes y mártires, Rueguen por nosotros.