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En este episodio estudiamos como Jesús calmo la tempestad y porque llamo a sus discípulos hombres de poca fe. Basado en Mateo 8:18-27
Puedes leer el episodio completo en nuestra página web
https://oidyved.com/40-hombres-de-poca-fe/
Mateo 8:18-27
18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, dio orden de pasar al otro lado.
19 Se le acercó un escriba y le dijo:
—Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.
20 Jesús le dijo:
—Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza.
21 Otro de sus discípulos le dijo:
—Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.
22 Jesús le dijo:
—Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.
23 Entró él en la barca y sus discípulos lo siguieron.
24 Y se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.
25 Se acercaron sus discípulos y lo despertaron, diciendo:
—¡Señor, sálvanos, que perecemos!
26 Él les dijo:
—¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.
27 Los hombres, maravillados, decían:
—¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar lo obedecen?
By Oíd y Ved Media MinistryEn este episodio estudiamos como Jesús calmo la tempestad y porque llamo a sus discípulos hombres de poca fe. Basado en Mateo 8:18-27
Puedes leer el episodio completo en nuestra página web
https://oidyved.com/40-hombres-de-poca-fe/
Mateo 8:18-27
18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, dio orden de pasar al otro lado.
19 Se le acercó un escriba y le dijo:
—Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.
20 Jesús le dijo:
—Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza.
21 Otro de sus discípulos le dijo:
—Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.
22 Jesús le dijo:
—Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.
23 Entró él en la barca y sus discípulos lo siguieron.
24 Y se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.
25 Se acercaron sus discípulos y lo despertaron, diciendo:
—¡Señor, sálvanos, que perecemos!
26 Él les dijo:
—¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.
27 Los hombres, maravillados, decían:
—¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar lo obedecen?