
Sign up to save your podcasts
Or


Ya que la mies en el mundo es mucha, debemos buscar medios para compartir el evangelio de Jesús con los demás. Basado en Mateo 9: 27-38
Puedes leer el episodio completo en nuestra página web
https://oidyved.com/43-la-mies-es-mucha/
Mateo 9: 27-31; 35-38
27 Cuando salió Jesús, lo siguieron dos ciegos, diciéndole a gritos:
—¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!
28 Al llegar a la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó:
—¿Creéis que puedo hacer esto?
Ellos dijeron:
—Sí, Señor.
29 Entonces les tocó los ojos, diciendo:
—Conforme a vuestra fe os sea hecho.
30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Jesús les encargó rigurosamente, diciendo:
—Mirad que nadie lo sepa.
31 Pero cuando salieron, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.
35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
36 Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
37 Entonces dijo a sus discípulos: «A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos.
38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.»
By Oíd y Ved Media MinistryYa que la mies en el mundo es mucha, debemos buscar medios para compartir el evangelio de Jesús con los demás. Basado en Mateo 9: 27-38
Puedes leer el episodio completo en nuestra página web
https://oidyved.com/43-la-mies-es-mucha/
Mateo 9: 27-31; 35-38
27 Cuando salió Jesús, lo siguieron dos ciegos, diciéndole a gritos:
—¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!
28 Al llegar a la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó:
—¿Creéis que puedo hacer esto?
Ellos dijeron:
—Sí, Señor.
29 Entonces les tocó los ojos, diciendo:
—Conforme a vuestra fe os sea hecho.
30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Jesús les encargó rigurosamente, diciendo:
—Mirad que nadie lo sepa.
31 Pero cuando salieron, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.
35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
36 Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
37 Entonces dijo a sus discípulos: «A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos.
38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.»