En México la brujería no siempre se esconde en cuevas, ni en casas abandonadas… a veces está en manos de gente común, tan cerca de uno que cuando te das cuenta ya estás metido hasta el cuello. Hoy les voy a compartir dos casos reales que llegaron directamente de ustedes, de la audiencia del canal, contados tal cual me los escribieron y sin exagerar nada.

En el primer relato, un hombre descubre que un brujo de Oaxaca no trabajaba con velas ni altares, sino con nombres. Nombres escritos a mano que, con el tiempo, empezaron a revelar más de lo que nadie en su familia quería saber.
En el segundo, un camionero llamado Chuy pidió una limpia buscando alivio… sin saber que su novia ya había iniciado un amarre por su cuenta, y que la señora del rancho solo terminó de sellar algo que ya estaba corriendo. Lo que él sintió después, y cómo terminó ese trabajo, es de las cosas más inquietantes que me han contado.

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📌 Cuéntame en los comentarios: — ¿Conoces a alguien que haya ido con un brujo “por curiosidad”? — ¿Crees que un amarre puede regresar a quien lo pidió? — ¿Cuál de estos dos relatos te inquietó más?

Gracias por escuchar, terroríficos. Y recuerden: no todo lo que se pide… se controla.

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