En la vida de Ana vemos a una mujer con un corazón noble y sensible. Su mayor pesar y carga pudo sobrellevarla confiando y poniendo su petición en manos de Dios. A la burla y el desprecio, contesto con mansedumbre sin culpar ni atacar a quien se había transformado en su aguijón y molestia. Ana decidió poner su deseo en manos de Dios y su entrega frente a la contestación fue absoluta.