“La identidad es un derecho Natalie”“La verdad sobre tu origen, es tu derecho Natalie”
Desde afuera es tan obvio, tan claro. Sobre todo para todo aquel que creció sabiendo su origen biológico. Cada tanto me cruzo con alguna serie o película donde alguno de los personajes es adoptado o adoptada y brevemente después de que al espectador se le presenta esa verdad, el personaje sale en busca de su origen biológico. Sin ningún problema, se suben a un autobús, tren, avión, lo que sea, llegan a destino, tocan la puerta, aparece alguno de los progenitores, y hasta talvez hasta hacen tests de ADN, y continúan su camino integrando su nueva realidad. Así de facil. Y la familia que los crió o los ayuda, o los apoya o no se enteran. Se puede ver un poco de conflicto, pero nada del otro mundo. Inconscientemente todos los espectadores piensan: “Obvio que tiene que buscar, cómo va a andar por la vida sin saber quién es?”.Obvio que tenemos que buscar. ¿Cómo vamos a andar por la vida sin saber quienes somos?Pero entonces,¿qué es lo que nos detiene? O mejor dicho, entonces, ¿qué es lo que me detuvo?Ya les conté que uno de los grandes desafíos fue enfrentar el racismo internalizado con el que vivía. Desafiar las verdades y creencias que han infectado al mundo entero desde el colonialismo europeo y, en cambio, dar espacio a la noción de que valgo lo mismo que todos los demás, independientemente de la cantidad de melanina en mi cuerpo.Después por supuesto no hay que olvidar toda la historia con Abuelas de Plaza de Mayo, la dictadura militar argentina, el crímen de lesa humanidad que fue el robo sistemático de bebés en esa época. Ni tampoco perder mi identidad nuevamente y mi pasaporte alemán, más el miedo de las consecuencias que sufriría mi papá de encontrar un familiar en el banco genético de Abuelas de Plaza de Mayo.Una creería que eso es suficiente para querer hacerme dejar atrás mi verdad y la búsqueda de mi identidad biológica, pero eso no era todo, había más..La otra razón era algo que he escuchado mencionar a varias personas adoptadas con las que he compartido mi historia:
No le queremos romper el corazón a nuestra familia adoptiva. No queremos que nuestras madres, padres, hermanos y hermanas piensen que no los amamos, que no fueron suficiente, que somos unos desagradecidos, que en realidad siempre quisimos estar en otro lado, creciendo con otra gente.No puedo hablar por todos los adoptados por supuesto. Somos tantos y hay tantas versiones de adopciones que sería pura ignorancia generalizar. Esta es una observación nada más, por haberlo conversado con otros adoptados legal o ilegalmente. Pero dado que es algo tan recurrente, me parece un detalle importante de mencionar. La búsqueda de nuestras raíces biológicas poco tiene que ver con nuestra familia adoptiva. Si parto nada más de mi historia, a pesar de que mi familia carecía de armonía y de el amor que yo tanto necesitaba, siempre fueron y serán mi familia. Única e irreemplazable. Es más, según lo que mis terapeutas siempre me dijeron, los niños adoptados se aferran a su familia adoptiva muchísimo, y son muy leales por el terror a ser abandonados nuevamente. Esto inclusive cuando la adopción sucedió a los días de haber nacido y al contrario de lo que muchos dicen: “Los recién nacidos no recuerdan nada de eso” y piensan que el cambio de familia debería pasar completamente desapercibido para el bebé.En general, los adoptados no somos muy buenos que digamos con eso de perder gente o dejar ir. No es lo nuestro. Después por supuesto hay que ver cómo lo manejamos, pero en general, donde enganchamos, no soltamos.Personalmente, los lazos más importantes, los patrones psicológicos, mi cultura y la forma de relacionarme en general con el mundo, para bien o para mal, lo heredé de mi familia adoptiva. La búsqueda de mis raíces no es una búsqueda para reemplazar a mi amada familia disfuncional. Eso es imposible. Me guste o no, esa es mi familia y esa es la herencia que me dejaron. El amor profundo que les tengo es inamovible. La búsqueda de mi identidad biológica pasa por totalmente otro lado. Al principio, no tenía en claro que es lo que estaba buscando entender, y como dijo Mercedes Yañez, quién durante muchísimos años se dedicó a recuperar la identidad biológica de gente como yo: “No te pienses que por encontrar tu origen biológico se van a solucionar todos tus problemas”. Yo en ningún momento pensé que sería así, que de encontrar mi origen biológico, se solucionarían todos mis problemas.. Lo que necesitaba encontrar no era sólo mi sangre o mi genética, era algo mucho más grande e inexplicable que eso.Después del último viaje a Argentina, donde viajé para contactar a mis posibles madres biológicas me quedó claro, que lo que yo quería en realidad era entender qué pasó. ¿Cómo me pudo dejar ir mi mamá? Alguna vez pensó en mí? O fui realmente tan insignificante para ella como me lo pintó mi familia adoptiva? Es querer entender el contexto. Porque aunque sea duro y desgarrante, es importante saber qué pasó, cómo pasó y porqué pasó. Es poner las cosas en su lugar. Cuando pensé que a mis padres los había matado la dictadura militar, era tener que aceptar la realidad y la época en la que vivieron, la crueldad humana, el sadismo, la ignorancia total, la impotencia de los ciudadanos ante los gobiernos, el hecho de que en algún lugar, en algún archivo, se encuentra la verdad pero hay gente que todavía no me permite acceder a ella. No buscaba justicia, aunque no me parece mal que haya gente que la busque. Cuando ese camino se cerró, y en cambio la búsqueda me llevó a entrar en otra realidad, una realidad extremadamente cruel, como es la realidad en la que viven las mujeres que potencialmente podían ser mis madres biológicas, tuve que nuevamente, al tocar esas puertas, aceptar la realidad desgarrante de la pobreza, el capitalismo y la vulnerabilidad de ciertos estratos sociales. Fue aceptar que nada tiene sentido, que por alguna razón a mi no me tocó crecer en ese contexto, y que la vida es una lotería.. Fue aceptar que “ que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé”, que tel mundo es caótico, que no hay mucho de lo que pueda hacer al respecto y que debo aceptar mi impotencia ante la realidad y estar agradecida por la suerte que tuve.Fue tratar de colocar el dolor y la injusticia en un lugar de mi donde no me bloquease del amor y la luz que hay en mi vida. Poder llorar a los muertos. Poder sobrevivir mi propia historia.Poder aceptar y dejar ir.
Perdonar y sanar.
Y si esa es mi verdad, y es todo lo que hay, una se preguntaría ¿para qué hacer tanto viaje? ¿Para qué ponerle a esto tanta energía? Porque hay algo peor que la realidad desgarrante, y es la fantasía. Es flotar por los aires de la ignorancia, estar en negación, separada del mundo, en una dimensión paralela, en un mundo interior lleno de preguntas que no se silencian. Es tener un compartimiento del cerebro, del corazón, del alma y del cuerpo siempre en secreto ocupados tratando de completar un rompecabezas al que le faltan piezas. Como he dicho antes, no creo que todos los problemas se resuelvan con saber nuestra identidad biológica, pero al menos saber que pasó es sentir la tierra bajo nuestros pies. Por más que esta tierra sea cruel e injusta, no importa. Sigue siendo nuestra tierra, parte de nuestra historia, nuestro contexto.Y nuestra familia, es nuestra familia. Les aseguro que los lloré a mares cuando se murieron, que los extraño eternamente y sin importar mi edad, siempre sigo buscando la aprobación de mi mamá y mi papá adoptivos. Ahí lo hermoso de la adopción, el amor trasciende la sangre y la biología. Al amor no lo frena la disfunción. Es el superpoder que tienen los niños, para ellos lo natural es amar. El corazón de nuestro niño interior añora siempre que mamá y papá nos vean. Siempre añora volver a casa. Por eso, la búsqueda no es una cuestión familiar, es personal.No nos van a perder nunca. Es más, si nos ayudan en vez de trabar la búsqueda, van a poder compartir con nosotros nuestra verdad. Van a poder acompañarnos en ese momento tan duro que es aceptar la realidad.Eso sí que es algo que me hubiese encantado decirle a mi mamá y mi papá: “No teman, mi corazón es interminable y siempre hay lugar para ustedes. Nunca me van a perder”.Familia tengan fe, la verdad nos liberará a todos, siempre.