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Share Conoce la Divina Voluntad 10 | Luisa Piccarreta la pequeña hija de la Divina Voluntad
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Conoce la Divina Voluntad 10 | Luisa Piccarreta la pequeña hija de la Divina Voluntad
Hoy traemos un tema por demás indispensable y poderoso en su pequeñez, el de Luisa “la Santa”, la pequeña hija de la Divina Voluntad.
Ay amor - Víctor Manuel
¡Ay, amor que despierta las piedras!
¡Ay de aquel que no te sienta alrededor!
¡Ay, amor, que nos abres las puertas!
¡Ay, amor, tan necesario como el sol!
Cuando llamas estoy
a la hora que tú digas voy.
Tantas veces nos quitas la pena
como tantas es amargo tu sabor.
Ay, amor, del jardín, yerbabuena:
como espina puede ser el desamor.
Cuando llamas estoy,
a la hora que tú digas voy.
¡Ay, amor, que despierta las piedras!
¡Ay, amor, que derriba fronteras!
Si fuera posible amarrar,
tenerte siempre cerca,
poderte controlar,
saber cada paso que das,
si sales o si entras,
si vienes o si vas,
las narices a enseñar.
¡Ay, amor, como inmenso es el mar!
Es amor quien altera las venas
como inventa las mareas o la flor.
¡Ay, amor, que nos tienes en vela
y a quien duerme se le para hasta el reloj!
Cuando llamas estoy,
a la hora que tú digas voy.
¡Ay, amor, como polvo de estrellas!
¡Ay, amor, que derribas fronteras!
¡Ay, amor, que derriba fronteras!
¡Ay, amor, que despierta las piedras!
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By Carmen ViñasHoy traemos un tema por demás indispensable y poderoso en su pequeñez, el de Luisa “la Santa”, la pequeña hija de la Divina Voluntad.
Ay amor - Víctor Manuel
¡Ay, amor que despierta las piedras!
¡Ay de aquel que no te sienta alrededor!
¡Ay, amor, que nos abres las puertas!
¡Ay, amor, tan necesario como el sol!
Cuando llamas estoy
a la hora que tú digas voy.
Tantas veces nos quitas la pena
como tantas es amargo tu sabor.
Ay, amor, del jardín, yerbabuena:
como espina puede ser el desamor.
Cuando llamas estoy,
a la hora que tú digas voy.
¡Ay, amor, que despierta las piedras!
¡Ay, amor, que derriba fronteras!
Si fuera posible amarrar,
tenerte siempre cerca,
poderte controlar,
saber cada paso que das,
si sales o si entras,
si vienes o si vas,
las narices a enseñar.
¡Ay, amor, como inmenso es el mar!
Es amor quien altera las venas
como inventa las mareas o la flor.
¡Ay, amor, que nos tienes en vela
y a quien duerme se le para hasta el reloj!
Cuando llamas estoy,
a la hora que tú digas voy.
¡Ay, amor, como polvo de estrellas!
¡Ay, amor, que derribas fronteras!
¡Ay, amor, que derriba fronteras!
¡Ay, amor, que despierta las piedras!