En 1963, las autoridades francesas deportaron a más de 2.000 niños de la isla Reunión a la Francia metropolitana con el objetivo de repoblar los departamentos que se habían quedado vacíos por el éxodo rural, entre ellos el de Creuse. Algunos eran huérfanos, pero otros, en su mayoría, fueron separados de sus padres, los cuales firmaron documentos que no entendieron. De esta manera se convirtieron en pupilos del Estado y colocados en familias de acogida. Unos pocos fueron esclavizados en granjas o fábricas. 55 años después acompañamos a tres hermanas en el regreso a su isla natal.