Qué Conoces de Misiones, tu provincia.

El “Cuñataí” y los chanchos


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Hoy, en estas referencias acerca de lo que conocés de Misiones, tu provincia, vamos a mencionar un episodio ocurrido durante aquellas navegaciones que se realizaban por el alto Paraná, en épocas de los pioneros de esta tierra, en la primera mitad del siglo XX, y que fuera narrada por dos protagonistas, Ladislao Ziman y Alfonso Scherer en un libro editado ya hace años y que lleva por título: La selva vencida/ Crónicas del departamento de Iguazú.

El episodio hace referencia a uno de los tantos barcos, de nombre Cuañataí, que navegaban por el Alto Paraná y que en ese momento transportaba, además de algunos pasajeros, a un colono que llevaba para su chacra una cantidad de cerdos vivos en la bodega. Pero escuchemos como lo cuentan sus autores:

“La noche prometía ser calurosa y nuestro colono, don Werner, inspeccionaba de cuando en cuando con su linterna el lugar donde estaban los chanchos.

Estos respiraban con dificultad en la calurosa bodega, en la cual no entraba ni un hálito de brisa fresca para su alivio, y más penosa resultaba la situación por estar con las patas atadas y sin poder moverse. Temiendo por la vida de sus cerdos nuestro amigo, sin decir palabra, les cortó las ataduras para que pudieran por lo menos moverse libremente dentro de la bodega y salió luego de aquella covacha para seguir durmiendo en cubierta.”

“Pero ocurría que cuando el barco navegaba con carga se utilizaba la bodega para depositar en ella bolsas de papas, poroto, maíz o mandioca, pero como iba vacía y sólo estaban los animales, nadie se ocupó de limpiarla.”

“Entonces, una vez liberados, los chanchos empezaron a remover y escarbar entre la basura para procurarse alimento, encontrando restos de mandioca, papa y maíz. Y así, cavando con sus patas y dientes llegaron a la madera del casco, que era bastante viejo, y estaba podrido en distintas partes.”

“Mientras tanto el Cuñataí navegaba tranquilamente río arriba. La noche estaba estrellada, hasta que en un determinado momento el timonel tuvo la sensación de que en la proa ocurría algo anormal: el barco no se deslizaba con suavidad y su marcha se hacía más lenta. Mandó entonces a un muchacho a ver qué ocurría y al cabo de un momento éste regresó con la alarmante noticia de que en la bodega de proa había agua. Con el movimiento se despertó don Werner y salió corriendo con su linterna para interiorizarse del estado de sus cerdos, pero cuál no sería su sorpresa al ver los chanchos nadando con dificultad en el depósito semi anegado. Estalló la alarma: “¡Nos hundimos”… ¡Nos hundimos!” Por suerte el pasaje constaba de pocos pasajeros y el experto capitán sabía qué hacer en aquellos casos. Buscó con el reflector un banco de arena de la costa y con las máquinas a toda marcha lo embistió, encallando firmemente para no moverse más, pero había salvado del naufragio el buque, los pasajeros y la carga”.

Un episodio auténtico de aquellas épocas de trabajo en una Misiones que se iba forjando y en las que el río era el gran protagonista en el traslado de personas y de cargas.-


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Qué Conoces de Misiones, tu provincia.By Rolo Capaccio