Con la discreta participación de México en la Segunda Guerra Mundial y con la presión de los países del bloque aliado, el gobierno mexicano se vio en la necesidad de tener a la población considerada como "peligrosa" controlada. Algunas personas de nacionalidades alemana, japonesa e italiana fueron internadas en la fortaleza de San Carlos Perote en Veracruz. Si bien es afortunado que esta historia no sea tan trágica como otros acontecimientos de ese entonces, sí refleja mucha corrupción e incompetencia de las autoridades mexicanas.