Una llamada telefónica para muchos futbolistas es un pasaje directo a la gloria, mensajes y conversaciones que les han abierto las puertas para llegar a grandes clubes o para oficializar su debut. Sin embargo, su caso es contrario, una llamada sería el inicio de la debacle de un crac, en el mejor momento de su carrera, una noticia trágica acabaría con aquellos destellos de magia, su imperio se venía al suelo, derrumbado, como sus sueños, sus aspiraciones y su talento. Érase una vez Adriano.