El viernes 4 de abril de 1327 en la iglesia Santa Clara, Petrarca vio por primera vez a Laura de Noves, y desde ese día se enamoró de ella. Se le declaró, según dice la leyenda, a pesar de que era casada. Ella murió de peste al poco tiempo, en el mismo día, en el mismo lugar y a la misma hora que Petrarca la contempló por primera vez.