El mundo de los negocios puede parecer frío, competitivo, incluso agresivo. Pero cuando lo miramos con ojos hebreos, entendemos que los negocios también pueden ser una herramienta divina para bendecir, edificar y extender el Reino.

Desde Bereshit —el Génesis— vemos a un Elohim creador, ordenado, visionario. Él trabajó, formó, creó valor. Y nosotros fuimos hechos a Su imagen. Eso significa que en nuestro ADN espiritual también está el potencial para crear, organizar, producir y generar impacto.

Pero la clave no está solo en hacer dinero, sino en hacerlo con propósito, con integridad y con Emuná.

En el mercadeo en red —como en cualquier negocio— se requiere visión, persistencia y mucha fe. A veces los resultados no se ven rápido, las puertas se cierran, las personas te dicen que no. Pero ahí es donde entra la Emuná.
No es fe en el sistema, es fe en que el propósito que Elohim puso en tus manos tiene respaldo celestial.