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Hoy vamos a hablar del puerto de Posadas, o mejor dicho, del lugar donde estuvo el puerto de Posadas, esa plaza sobre la costanera convertida actualmente en un lugar de paseo, pero que fuera el sitio que diera origen a la ciudad y desde donde se extendiera toda la actividad comercial al interior de la provincia. Esto, por supuesto, en épocas en que no existían los caminos y la única vía de comunicación era el Paraná, ya que aguas arriba, se extendía una tierra cubierta de selvas que impedía penetrar por otro lugar que no fuera el río. De modo que el puerto era la vinculación de la ciudad con el resto del mundo, antes del ferrocarril y los posteriores caminos.
Pero en ese lugar no hubo al comienzo instalaciones portuarias, sino apenas una costa pedregosa donde atracaban los barcos que venían desde Corrientes, siempre que los rápidos de Apipé –donde hoy está Yaciretá, lo permitieran- y el punto donde desembarcaban los viajeros de aquella época, como Rafael Hernández, el hermano del autor de Martín Fierro, 1872, que nos cuenta: “Nuestra llegada al puerto de Posadas ha sido un acontecimiento. Posadas o Itapúa, significa Punta de Piedra, porque púa, en guaraní es punta o púa, en castellano.”
Este primitivo puerto de Posadas será el lugar donde se embarcaban los mensús, conchabados para trabajar en los yerbales y obrajes del Alto Paraná. Esos lugares signados por la explotación inhumana de los trabajadores, algunos de los cuales, al tiempo, descendían por el río, pero muertos, tal como lo describe Alfredo Varela en su obra El Río Oscuro: “Hasta Posadas solían bajar los cadáveres flotando. El Paraná traía, en su amplio regazo, que nunca se niega, la terrible carga. Al llegar a la vera de esa loma, poblada por el rancherío, abandonaba los cuerpos, como desligándose de toda responsabilidad…”
En 1914, por fin, se construye el puerto, con precarias instalaciones, y su vínculo con la ciudad será la famosa Bajada Vieja, hasta que en 1937 se abra el Cerró Pelón y se inauguren las nuevas instalaciones con muelle de madera y tinglados utilizados como depósito de mercaderías. Desde entonces el puerto tendrá una intensa actividad, con lanchas regulares de pasajeros uniendo Posadas con Encarnación.
Este puerto nuevo tuvo su época de esplendor entre las décadas de los años 20 y 30, con intenso tránsito de embarcaciones. Un viajero de entonces, que trasborda en Posadas para seguir hasta cataratas, nos deja este testimonio: “El traqueteo nos despierta temprano. Nos rodean numerosos vaporcitos, negros y sucios que contrastan con la blancura y limpieza del “Guayra”. (…) Desde Encarnación, que allá enfrente, del otro lado del río apenas divisamos entre la niebla matinal, avanzan y pasan delante de nosotros numerosos botes y lanchas cuyos pasajeros son en su mayoría mujeres que envueltas en grandes chales negros y fumando cigarros, van al mercado de Posadas para vender sus productos…”
Luego, en 1946, en ese lugar se habilitará el hidropuerto, y será la última década de gran actividad. Después vendrá la decadencia al sustituirse la vía fluvial por la terrestre hasta desaparecer la actividad en el río.
Hoy es un lugar apacible y sin referencias, pero allí ocurrieron todas estas cosas, y es bueno recordarlas.
By Rolo CapaccioHoy vamos a hablar del puerto de Posadas, o mejor dicho, del lugar donde estuvo el puerto de Posadas, esa plaza sobre la costanera convertida actualmente en un lugar de paseo, pero que fuera el sitio que diera origen a la ciudad y desde donde se extendiera toda la actividad comercial al interior de la provincia. Esto, por supuesto, en épocas en que no existían los caminos y la única vía de comunicación era el Paraná, ya que aguas arriba, se extendía una tierra cubierta de selvas que impedía penetrar por otro lugar que no fuera el río. De modo que el puerto era la vinculación de la ciudad con el resto del mundo, antes del ferrocarril y los posteriores caminos.
Pero en ese lugar no hubo al comienzo instalaciones portuarias, sino apenas una costa pedregosa donde atracaban los barcos que venían desde Corrientes, siempre que los rápidos de Apipé –donde hoy está Yaciretá, lo permitieran- y el punto donde desembarcaban los viajeros de aquella época, como Rafael Hernández, el hermano del autor de Martín Fierro, 1872, que nos cuenta: “Nuestra llegada al puerto de Posadas ha sido un acontecimiento. Posadas o Itapúa, significa Punta de Piedra, porque púa, en guaraní es punta o púa, en castellano.”
Este primitivo puerto de Posadas será el lugar donde se embarcaban los mensús, conchabados para trabajar en los yerbales y obrajes del Alto Paraná. Esos lugares signados por la explotación inhumana de los trabajadores, algunos de los cuales, al tiempo, descendían por el río, pero muertos, tal como lo describe Alfredo Varela en su obra El Río Oscuro: “Hasta Posadas solían bajar los cadáveres flotando. El Paraná traía, en su amplio regazo, que nunca se niega, la terrible carga. Al llegar a la vera de esa loma, poblada por el rancherío, abandonaba los cuerpos, como desligándose de toda responsabilidad…”
En 1914, por fin, se construye el puerto, con precarias instalaciones, y su vínculo con la ciudad será la famosa Bajada Vieja, hasta que en 1937 se abra el Cerró Pelón y se inauguren las nuevas instalaciones con muelle de madera y tinglados utilizados como depósito de mercaderías. Desde entonces el puerto tendrá una intensa actividad, con lanchas regulares de pasajeros uniendo Posadas con Encarnación.
Este puerto nuevo tuvo su época de esplendor entre las décadas de los años 20 y 30, con intenso tránsito de embarcaciones. Un viajero de entonces, que trasborda en Posadas para seguir hasta cataratas, nos deja este testimonio: “El traqueteo nos despierta temprano. Nos rodean numerosos vaporcitos, negros y sucios que contrastan con la blancura y limpieza del “Guayra”. (…) Desde Encarnación, que allá enfrente, del otro lado del río apenas divisamos entre la niebla matinal, avanzan y pasan delante de nosotros numerosos botes y lanchas cuyos pasajeros son en su mayoría mujeres que envueltas en grandes chales negros y fumando cigarros, van al mercado de Posadas para vender sus productos…”
Luego, en 1946, en ese lugar se habilitará el hidropuerto, y será la última década de gran actividad. Después vendrá la decadencia al sustituirse la vía fluvial por la terrestre hasta desaparecer la actividad en el río.
Hoy es un lugar apacible y sin referencias, pero allí ocurrieron todas estas cosas, y es bueno recordarlas.