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En fin, la guerra contra las drogas de Calderón, que sigue mejorada por Claudia Sheinbaum, es como un mal chiste que no tiene gracia: siempre los mismos actores, siempre el mismo guion y siempre el mismo final trágico. Nos toca ver cómo el gobierno mexicano sigue la bonita tradición mexa de mantenerse bailando al ritmo que le dictan nuestros hermanos gringos, con el toque humorístico de Trump, mientras siguen insistiendo que no son cómplices de los narcos cuando YSQ lo dejó clarísimo desde el arranque de estra tragedia llamada Cuarta Transformación.
By El ReporteroEn fin, la guerra contra las drogas de Calderón, que sigue mejorada por Claudia Sheinbaum, es como un mal chiste que no tiene gracia: siempre los mismos actores, siempre el mismo guion y siempre el mismo final trágico. Nos toca ver cómo el gobierno mexicano sigue la bonita tradición mexa de mantenerse bailando al ritmo que le dictan nuestros hermanos gringos, con el toque humorístico de Trump, mientras siguen insistiendo que no son cómplices de los narcos cuando YSQ lo dejó clarísimo desde el arranque de estra tragedia llamada Cuarta Transformación.