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En España, alrededor de 400.000 personas conviven con un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA). Lo que más preocupa actualmente a médicos y psicólogos es el cambio en el perfil de los pacientes: cada vez se diagnostican casos en niños de apenas 9 o 10 años, una edad significativamente más temprana de lo habitual. De hecho, las hospitalizaciones de menores de 12 años por este tipo de patologías han crecido un 22 % en el último año.
Según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, uno de cada 20 adolescentes padece algún tipo de trastorno alimentario. Aunque existen varias tipologías, todas comparten elementos comunes: alteración del peso, obsesión con la imagen y la dieta, acompañados de un profundo malestar emocional.
Sobre esta realidad conversamos con Anna Figuer, psicóloga y responsable del programa de prevención y promoción de la salud de la Asociación de la Anorexia y la Bulimia. La especialista advierte que la edad de inicio se está reduciendo, con diagnósticos incluso en menores de 10 años. Entre los factores que favorecen esta situación, subraya la exposición temprana a las redes sociales, donde los modelos estéticos y la presión por encajar son constantes.
El impacto de estas plataformas digitales es evidente. Figuer explica que los cuerpos mostrados en redes suelen ajustarse a cánones de belleza irreales, lo que genera en los jóvenes una presión continua por alcanzar metas inalcanzables. A ello se suma la circulación de información poco fiable sobre nutrición o ejercicio, que puede fomentar hábitos dañinos y conductas extremas con el objetivo de lograr determinada apariencia.
La psicóloga enfatiza que las consecuencias no son solo físicas, sino también emocionales y psicológicas. Preocupación excesiva por el aspecto, cambios en los hábitos alimenticios, alteraciones del estado de ánimo o el desinterés por actividades sociales pueden ser señales tempranas de un trastorno alimentario en niños.
Además, se observa un cambio en el perfil de los afectados: aunque tradicionalmente se vinculaban más a mujeres, los casos entre varones están en aumento. Figuer apunta que la presión social hacia los hombres para conseguir un cuerpo musculado es un factor que también contribuye a esta tendencia.
En cuanto a la prevención, la especialista remarca la necesidad de fomentar una relación positiva con el propio cuerpo, valorar la diversidad física y desarrollar un pensamiento crítico frente a los mensajes de las redes desde la infancia. Asimismo, propone integrar programas preventivos en el currículum escolar y reforzar la formación de docentes y profesionales para detectar y abordar estos trastornos de forma precoz.
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By Plaza PodcastEn España, alrededor de 400.000 personas conviven con un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA). Lo que más preocupa actualmente a médicos y psicólogos es el cambio en el perfil de los pacientes: cada vez se diagnostican casos en niños de apenas 9 o 10 años, una edad significativamente más temprana de lo habitual. De hecho, las hospitalizaciones de menores de 12 años por este tipo de patologías han crecido un 22 % en el último año.
Según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, uno de cada 20 adolescentes padece algún tipo de trastorno alimentario. Aunque existen varias tipologías, todas comparten elementos comunes: alteración del peso, obsesión con la imagen y la dieta, acompañados de un profundo malestar emocional.
Sobre esta realidad conversamos con Anna Figuer, psicóloga y responsable del programa de prevención y promoción de la salud de la Asociación de la Anorexia y la Bulimia. La especialista advierte que la edad de inicio se está reduciendo, con diagnósticos incluso en menores de 10 años. Entre los factores que favorecen esta situación, subraya la exposición temprana a las redes sociales, donde los modelos estéticos y la presión por encajar son constantes.
El impacto de estas plataformas digitales es evidente. Figuer explica que los cuerpos mostrados en redes suelen ajustarse a cánones de belleza irreales, lo que genera en los jóvenes una presión continua por alcanzar metas inalcanzables. A ello se suma la circulación de información poco fiable sobre nutrición o ejercicio, que puede fomentar hábitos dañinos y conductas extremas con el objetivo de lograr determinada apariencia.
La psicóloga enfatiza que las consecuencias no son solo físicas, sino también emocionales y psicológicas. Preocupación excesiva por el aspecto, cambios en los hábitos alimenticios, alteraciones del estado de ánimo o el desinterés por actividades sociales pueden ser señales tempranas de un trastorno alimentario en niños.
Además, se observa un cambio en el perfil de los afectados: aunque tradicionalmente se vinculaban más a mujeres, los casos entre varones están en aumento. Figuer apunta que la presión social hacia los hombres para conseguir un cuerpo musculado es un factor que también contribuye a esta tendencia.
En cuanto a la prevención, la especialista remarca la necesidad de fomentar una relación positiva con el propio cuerpo, valorar la diversidad física y desarrollar un pensamiento crítico frente a los mensajes de las redes desde la infancia. Asimismo, propone integrar programas preventivos en el currículum escolar y reforzar la formación de docentes y profesionales para detectar y abordar estos trastornos de forma precoz.
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