Qué Conoces de Misiones, tu provincia.

La Leyenda del Emboré


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Hoy, en este espacio sobre lo que conocés de Misiones, tu provincia, vamos a referirnos a una leyenda. Una leyenda generada a partir de la expulsión de los jesuitas de este territorio, en 1768, pero que por el tema que trata ha persistido diríamos… hasta nuestro días, y es aquella que dice que los jesuitas al irse dejaron enterrados grandes tesoros en los pueblos.

Juan Bautista Ambrosetti, fundador de la ciencia folclórica argentina, a su paso por Misiones hacia el año 1892, ya recogió de los pobladores esta leyenda, pero con la variante de que los tesoros no estarían dispersos en cada pueblo, sino en una sola población secreta, llamada Emboré, que tenía sus casas sin puertas ni ventanas y sólo podía accederse a ella por subterráneos cuyas bocas estaba ocultas.

Dice Ambrosetti: “los que transportaron los tesoros, que según las gentes de Misiones sobrepasaban en valor y cantidad a todos los que se refieren las Mil y un Noches, desaparecieron a su vez, y con ellos los rastros que conducían al famoso Emboré, perdido entonces entre las sombras de la selva impenetrable y las densa nubes de la leyenda.

A pesar de lo inverosímil de todo esto –dice- no faltan personas que afirman su existencia, y algunos han llegado costear expediciones volantes de peones, que se han pasado dos o tres meses batiendo la selva, naturalmente sin dar con el codiciado Emboré.

Una de estas expediciones volvió después de una larga peregrinación con la noticia de haberlo hallado, pero no habían podido entrar en las casas herméticamente cerradas, y luego, al volver, había perdido el rumbo.

También un antiguo vecino –nos cuenta-, tenía cavados más de treinta pozos en las ruinas de la iglesia y el colegio de una reducción, y todo su afán se reducía a querer encontrar los instrumentos con los que habían sido talladas las piedras, y sobre todo los cinceles que sirvieron para fabricar los adornos, pues no podía creer hubiesen sido de hierro, por la dureza de las piedras, y por eso infería que sólo con puntas de brillantes podrían haber hecho este trabajo y el hombre buscaba los diamantes.

También -nos relata Ambrosetti- llegó cierta vez un cura que se dirigió al monte y no volvió a aparecer, y otro cura que hizo la misma operación pero con un papel en el que tenía unos signos marcados y que luego, al tiempo, bajó el río con unas canoas cargadas, seguramente de tesoros.

En cada reducción jesuítica –nos dice- el afán de encontrar tesoros tiene una enorme difusión y hay centenares de cuentos por el estilo y otros tantos pozos que la codicia ha hecho cavar a esos cándidos cuyo tiempo perdido y sudor derramado, si lo hubieran empleado en sombrar maíz, habríales producido más de un tesoro, y son raras las ruinas que no se hallen llenas de pozos y socavones hechos con el propósito de extraer esos tesoros ocultos”

Esto es lo que escribió Ambrosetti, hace más de cien años, pero muchos misioneros saben de la persistencia de ese mito y cómo, hasta épocas recientes, se siguió cavando en las ruinas para hallar aquellas supuestas riquezas escondidas.-


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Qué Conoces de Misiones, tu provincia.By Rolo Capaccio