La vida cristiana no termina en la salvación; comienza allí. En este mensaje, reflexionamos en 1 Pedro 1:13–16 y descubrimos que la respuesta que Dios espera del creyente es una vida marcada por la santidad y el temor reverente. La obediencia se convierte en el camino hacia una santidad práctica, y la santidad en la fuente de un gozo verdadero. Ser santos no es un deber pesado, sino el privilegio de reflejar el carácter de Aquel que nos llamó.
En este estudio profundizaremos en los dos últimos puntos de esta serie: la obediencia como medio de santidad y el llamado a vivir con temor reverente delante de Dios.