Siempre he estado enamorado de la genialidad de Fassbinder, de su intensa teatralidad, de su decadente discurso estético pero sobre todo de su contundencia política en cada paso de sus 41 películas. Era un ser humano con piel conflictiva y alma adictiva a cualquier experiencia que lo llevara a comprender lo que no podía darle la lectura de un libro. Amó el futbol y a las mujeres, a los hombres y al CubaLibre. Estaba capacitado para contar la desgracia, sus miserias.