La ansiedad es impredecible. Un minuto estás bien. Y al siguiente, estás teniendo una ráfaga de debilitante caos emocional y mental. Respiras profundamente. Cierras tus ojos. Practicas las respuestas físicas que has aprendido que te calman cuando eres atacado por la ansiedad. Pero la ansiedad no sólo nos impacta físicamente. Se apodera de todo.
Es por esto que debemos asociar nuestras respuestas físicas con verdades espirituales que nos ayudan a cambiar el enfoque. Nuestra mente tiene que encontrar descanso. La Biblia nos ayuda a recalibrar y a calmar nuestros corazones.