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Hay días en los que todo parece en pausa. No hay respuestas, no hay señales, no hay consuelo. Es como si el alma entrara en modo avión: desconectada del mundo, en un silencio denso… pero todavía encendida.
Así es el Sábado Santo. No hay misa, no hay palabras, no hay milagros. Solo una tumba cerrada y la sensación de que todo terminó.
Pero no. Dios no se ha ido. Está obrando en lo profundo, volando en silencio, preparando la resurrección.
En este episodio reflexionamos sobre ese silencio de Dios que no es abandono, sino tránsito sagrado.
Y terminamos con una oración para los que siguen creyendo, incluso cuando ya no sienten nada.
Señor del Sábado Santo,Tú que conoces el valor del silencio,enséñanos a permanecer cuando no sentimos nada.Cuando la fe se vuelve seca,cuando las respuestas no llegan,cuando la vida parece en pausa.
Haznos confiar en Tu trabajo oculto,
en Tu presencia que no hace ruido,
en la esperanza que germina en lo invisible.
Danos la gracia de no apagar el corazón,
de seguir creyendo cuando todo parece detenido.
Y cuando llegue el día de la luz,
haznos reconocerte.
Tú no estabas ausente…
solo estabas preparándolo todo.
Amén.
By Rodrigo Fernández de Castro de LeónHay días en los que todo parece en pausa. No hay respuestas, no hay señales, no hay consuelo. Es como si el alma entrara en modo avión: desconectada del mundo, en un silencio denso… pero todavía encendida.
Así es el Sábado Santo. No hay misa, no hay palabras, no hay milagros. Solo una tumba cerrada y la sensación de que todo terminó.
Pero no. Dios no se ha ido. Está obrando en lo profundo, volando en silencio, preparando la resurrección.
En este episodio reflexionamos sobre ese silencio de Dios que no es abandono, sino tránsito sagrado.
Y terminamos con una oración para los que siguen creyendo, incluso cuando ya no sienten nada.
Señor del Sábado Santo,Tú que conoces el valor del silencio,enséñanos a permanecer cuando no sentimos nada.Cuando la fe se vuelve seca,cuando las respuestas no llegan,cuando la vida parece en pausa.
Haznos confiar en Tu trabajo oculto,
en Tu presencia que no hace ruido,
en la esperanza que germina en lo invisible.
Danos la gracia de no apagar el corazón,
de seguir creyendo cuando todo parece detenido.
Y cuando llegue el día de la luz,
haznos reconocerte.
Tú no estabas ausente…
solo estabas preparándolo todo.
Amén.