En países como España, los trabajadores estacionales cumplen un papel esencial en labores como la agricultura. Durante años, los migrantes han cubierto plazas de trabajo temporales, que los nacionales descartan, pero que son primordiales para el desarrollo del campo. Algunos viajan desde sus países de origen únicamente por el tiempo que dura la cosecha, pero otros que ya viven en España se emplean allí para encontrar sustento. En abril hacían falta unas 150.000 plazas para ser cubiertas en el sector, una paradoja en un país donde la cifra de desempleo subió velozmente por la pandemia.