Habitualmente las presentaciones y autobiografías están llenas de extensos listados de formaciones académicas, de prolijos recorridos por cargos y empresas exitosas, y en general de almíbar sobre las bondades y virtudes del biografiado. No me parece mal pero no es este mi afán.
Siempre tuve claro que estudiaría Psicología: me interesaba, en mi ingenuidad, llegar a desentrañar el lado velado del ser humano, y he hecho de ello mi profesión, aunque a veces pienso, como decía García Márquez que el corazón de las personas tiene más habitaciones que un hotel de citas. Por esa razón me formé como Terapeuta Gestalt, para entenderme y así poder entender y ayudar a otros. Trabajé durante diez años en el ámbito de la empresa privada, y cuando sentí que mis valores de descabalgaban de mis acciones, hice caso a mi difunto padre cuando me decía: “no hay nada como trabajar para uno mismo”.
Hace unos diez años descubrí el Coaching, me certifiqué, con la Escuela Europea de Coaching (de cuyo equipo gozosamente formo parte como partner) y lo incorporé a mi bagage profesional como una herramienta que se engranaba bien en mi trabajo como facilitador, formador o como le quieras llamar a estas personas que ayudamos a que otros cambien la mirada, y por consiguiente sus actos, para conseguir alinear el trayecto que media entre dónde están y dónde quieren estar en su vida o en su trabajo.
Lo que oferto lo ofertan muchos particulares y organizaciones: en mi caso creo y estoy comprometido con practicar aquello que busco cuando yo, como cliente, consumidor o usuario busco, contrato o compro: honestidad, humildad, rigor, escucha, cambio. No creo en modelos predeterminados, ni en soluciones mágicas. Sí en formar equipo con mis clientes para trabajar conjuntamente desde la cercanía y la transparencia, y para funcionar como el catalizador que posibilite alcanzar los resultados deseados.
¿QUÉ ES PSICOMANAGEMENT?
Real o no alguien me contó la siguiente historia: a principios de los años 60 del siglo XX, el Presidente Kennedy preguntó a los responsables de la Nasa en qué año el hombre podría pisar la luna. La respuesta fue que sería más allá del año 2000. Kennedy replicó que de ninguna manera, que Estados Unidos lo tenía que hacer antes de 1970. “Elegimos ir a la luna en esta década –declaró- no porque sea fácil sino porque es complicado”. Así que los técnicos de la Nasa espoleados por esa declaración se pusieron manos a la obra inspirados por un viejo mito: el mago Merlín. Cuando Arturo le preguntó a Merlín sobre cómo sería Camelot y qué podría hacer para gobernarla Merlín contestó que no se preocupara, que él ya había estado allí, que ya lo había visto y visualizado: Vengo de donde voy, sentenció. Así que los talentos de la Nasa no pensaron en la llegada a la Luna como una evolución del presente, una continuación lógica desde los recursos y carencias de aquel momento, sino que se preguntaron: “Si el presidente Kennedy ha declarado que el año 70 estaremos en la Luna, qué tenemos que haber conseguido ya para el año 69, dónde deberíamos estar ya en el 68, qué tecnología tendremos lista para el 67….” Y así fueron regresando hasta el presente, identificando hito a hito qué hacer para lograr ese futuro retador. Del todo real o no, esta historia ilustra lo que ahora llamamos Método Merlín, un método sobre cómo cambiar el futuro predecible y convertirlo en futuro deseado.
¿Adónde me lleva esta historia? A que en Psicomanagement, pretendemos contrariar a Ignacio de Loyola cuando decía “en tiempo de tribulación no hagas mudanza”. Puede que en este momento sientas que en tu trabajo, con tus compañeros, con tus relaciones, algo no funciona. Quizá estás una situación laboral precaria, la crisis… A lo mejor has intentado por activa y por pasiva salir de ese envi…