El viaje de los Peregrinos no puede entenderse como un evento aislado; es la culminación de un siglo de profundas transformaciones religiosas y políticas en Europa. Su historia tiene sus raíces en la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero, pero fue moldeada de manera decisiva por el carácter particular de la Reforma Inglesa. Esta, impulsada por los objetivos políticos de Enrique VIII más que por convicciones teológicas, dio lugar a una Iglesia de Inglaterra (Anglicana) que intentaba un "camino intermedio". Bajo el reinado de Isabel I, la iglesia adoptó una teología protestante pero conservó una estructura y un ritual en gran medida católicos.Este compromiso resultó inaceptable para un grupo de protestantes radicales conocidos como Puritanos, quienes buscaban purgar a la iglesia de todos los vestigios del "papismo". El pensamiento puritano fue significativamente influenciado por las ideas de Juan Calvino, a las que muchos reformadores ingleses fueron expuestos durante su exilio en el continente bajo el reinado de la católica María I. Ante la hostilidad del rey Jacobo I, quien veía el puritanismo como una amenaza a la monarquía, una facción minoritaria y más radical, los Separatistas, concluyó que la reforma desde dentro era imposible.La congregación de Scrooby, de la cual surgieron los Peregrinos, dio el paso decisivo de desafiar la ley para separarse de la Iglesia de Inglaterra. Su decisión no fue meramente pragmática, sino que se basó en profundas convicciones teológicas. Consideraban que la iglesia establecida era una institución corrupta por tres razones principales: sus ceremonias y liturgias "papistas", el poder tiránico de sus obispos y la práctica de la membresía forzada y universal, que creaba una "mezcla profana" de creyentes y no creyentes. Para los Separatistas, permanecer en comunión con tal iglesia era un pecado, y su separación fue un imperativo moral que los obligó a abandonar su tierra natal y embarcarse en un viaje hacia lo desconocido.