La amargura toca a la puerta del corazón, cuando se tiene una gran expectativa de algo o alguien y no se obtiene el resultado tan anhelado. No sólo sucede con personas o situaciones....también sucede con el Señor. Le pasó a Judas Iscariote, que esperaba algo diferente del Señor Jesús y se encontró con otra realidad. He visto muchas personas decepcionadas de Dios porque alguien los defraudó o porque pidieron un milagro y no sucedió. En ésta reflexión, veremos lo que el Señor dice acerca del asunto.