Hemos aprendido que la vida eterna llega después de la muerte, pero la palabra de Dios nos enseña que no es necesario morir para gozar de la eternidad.
La eternidad viene en nuestros corazones desde que nacemos, pero no la entendemos, por eso no podemos vivir en ella.
Conocer a Cristo es la forma de entender la eternidad y así empezar a vivirla desde ahora.