Nuestra carne pretende hacernos creer que somos mejores de lo que los otros notan. Obstinada, insiste en que no necesitamos represión o revisión alguna, sino todo lo contrario. Sus halagos son seductores, y terminamos por pensar que la corrección no tiene cabida en nosotros. Sin embargo, el creyente maduro es consciente de sus propias carencias. Sabe que no […]