Desde el principio fuimos manchados con el pecado, y nuestro ser interior esta inclinado hacia el mal.
Cuando Cristo viene a morar en nosotros, el ser interior empieza a ser renovado. A través de su espíritu, empezamos a recuperar nuestra condición original, donde el pecado no tiene poder sobre nuestras vidas.
Por otro lado, sin Cristo, es imposible "Fluir" en esa naturaleza divina que te fue impartida desde el inicio. Allí es cuando empiezan los problemas ya que nuestro fruto no será bueno...