La resurrección de Jesucristo se erige como el momento más trascendental de la historia, marcando su victoria sobre la muerte y estableciendo la promesa de la vida eterna. Este acontecimiento fue tan impactante que provocó la apertura de otras tumbas en Jerusalén, lo que llevó a las autoridades romanas a intentar suprimir el debate al respecto. Las vidas transformadas de los discípulos de Jesús, quienes enfrentaron la muerte manteniendo su testimonio, constituyen una prueba contundente de su autenticidad. La resurrección garantiza tanto la resurrección universal como el juicio final, sirviendo como un recordatorio crucial de la fragilidad de la vida y la importancia de estar preparados para la eternidad.