Por lo frutos se conoce al árbol, y el que no lleva buen fruto será cortado y echado al fuego. No podemos decir estar arrepentidos y no mostrar dichos frutos de arrepentimiento, los cuales vienen por riego del Espíritu Santo en nuestras vidas alejados de nuestras acciones perversas en la carne. El Señor quiere que crezcamos junto a su corriente de agua viva y todo lo que hagamos prospere para bien.