“Que no le invite a usted nunca, amigo lector, un cura gallego ni un terrateniente escocés” Dice Camba, y quizá dice bien. Mas delante dice “Mucho comen los curas, no cabe duda, pero los médicos no les van en zaga” … “Las señoras devotas empiezan a leer a Freud, y si antes hacían todas las semanas un examen de conciencia, ahora se someten, todos los ocho días, a un tratamiento psicoanalítico” … “El resultado es que, en los pueblos, las gallinas y los patos comienzan a desviarse ya del camino que va a la casa del cura para tomar el que lleva a la casa del médico” Termina con esta entrega el libro “La casa de Lúculo o El arte de comer (nueva fisiología del gusto)” de Julio Camba y termino con un deseo que tenía desde hace mucho tiempo, que era el de releer esta obra. Cuando lo leí por vez primera estaba yo en mis 30’s y, como bien dice Camba, en edad de comer... y comí. Hoy me aproximo a mis 60’s, la edad de ayunar… y ayunaré, quizá algún día. Gaudeamus, pues, amigos míos (los médicos y los músicos también tenemos nuestros latines, ni más ni menos que los curas). Gaudeamus y Après vous, s’il en reste…