1 Reyes 16:29-34 RVA2015
(Por custión de espacio, leer todo el capitulo o los versos claves en su biblia).
vs. 33-34. "En su tiempo Jiel de Betel reedificó Jericó. A costa de Abiram su primogénito puso los cimientos, y a costa de Segub su hijo menor colocó sus puertas, conforme a la palabra que el SEÑOR había hablado por medio de Josué hijo de Nun."
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En este capítulo vemos un resumen de los reyes de Israel, Como el caos y la maldad dominaba en las tribus del norte. Aqui vemos como la violencia, la traición, el suicidio, la idolatría y otras cosas horrrorificas sucedieron en este periodo tan accidentado entre los que tenían una ambición descontrolada por el poder del reino.
Acerca de las vidas de estos reyes, veremos más detalles en los siguientes capítulos, como por ejemplo de la vida de Acab y Jezabel, y sus múltiples pecados por la influencia diabólica de la idolatría a Baal.
Notemos que estos reyes se iban degradando en sus maldades, y las escrituras remarcan que alguno de ellos eran más malos que sus antecesores.
El personaje que más me impresiona es uno llamado Jiel de Bethel. De este hombre poderoso no se sabe mucho de su vida, pero sus acciones fueron tan impactantes y despreciables que quedaron registradas en la biblia. Y es que él estuvo dispuesto a pagar el precio de la reconstrucción de la ciudad de Jericó que Josué declaró como maldición.
Ningún personaje por más malo que fuera se atrevió a reconstruir esta ciudad símbolo de la maldad y la maldición que representaba. Pero posiblemente por su geografía y su posición estratégica, o por desafiar la orden de Josué el antepasado líder, este hombre decidió sacrificar a sus hijos. Dos hijos perdieron la vida como precio para edificar Jericó.
¡Qué impresionante lo que un ser humano puede llegar a hacer por la ambición descontrolada de alcanzar una meta! ¡Qué triste ver o conocer las vidas de muchas personas que hoy en día han sacrificado las vidas espirituales o emocionales de sus hijos, de sus esposas, de sus hijas!
Ningún logro que uno alcance, por más noble que parezca, podrá superar el valor de la vida de los miembros de su hogar.
El abandono o negligencia emocional y espiritual abundan en nuestras congregaciones.
Está bien que nos esforcemos y hagamos ciertos sacrificios de tiempo y dinero cuando comenzamos un proyecto, pero debemos ser sabios hasta donde llegamos con nuestros planes y proyectos. Nuestra familia puede tolerar ciertos cambios o decisiones para alcanzar algo a corto o mediano plazo, pero no olvidemos que debemos siempre medir el estado de nuestro hogar; qué síntomas estamos viendo que se están reflejando en el comportamiento de ellos. El vacío de la ausencia puede convertirse en una grieta tan grande que cuando uno reacciona la distancia es tan grande que podría ser demasiado tarde.
Abramos nuestros ojos. Alimentemos a nuestra familia manteniendo una buena comunicación. Que entre todos trabajen por un bien común para el bienestar de la familia. No nos desemboquemos como un río desbordado hacia una meta, ignorando el corazón de los nuestros.
Sea un ministerio, un negocio, un proyecto personal o aun el ayudar a otras personas es algo que trae bendición, prosperidad, y mucha satisfacción personal de éxito y progreso. Es hermoso celebrar esas victorias con cada miembro de tu hogar que estuvo de acuerdo en apoyarte para que hubieras podido llegar hasta donde estás. Pero sería una tragedia que no tengas con quien celebrar todo estos logros pues los descuidaste tanto que ya no están a tu lado. Están los cuerpos pero no sus corazones. Están físicamente ahí pero no su alma. Solo quedan las heridas, resentimientos, malos recuerdos y un sabor amargo en la copa del éxito.
Todo porque los sacrificamos en el altar de la ambición egoísta y sin control, sin enfoque, sin propósito divino.
Lo que estás haciendo, es un...