Notas en español e inglés:
1 Reyes 6: Construyendo un templo para que Dios habite permanentemente.
1 Reyes 6:9-15:
Construyó, pues, el templo y lo terminó. Luego cubrió el edificio con vigas y tablas de cedro. También construyó las galerías alrededor de todo el templo, cada una de dos metros con veinticinco centímetros de alto, y estaban apoyadas en el templo con vigas de cedro. Entonces vino la palabra del SEÑOR a Salomón, diciendo: “Respecto a este templo que tú edificas, si caminas en mis estatutos, y pones por obra mis decretos, y guardas todos mis mandamientos andando de acuerdo con ellos, yo cumpliré contigo mi palabra que hablé a tu padre David: Habitaré en medio de los hijos de Israel, y no abandonaré a mi pueblo Israel”. Salomón edificó el templo y lo terminó. Después revistió el lado interior de los muros del templo con tablas de cedro; los recubrió de madera por dentro, desde el suelo del templo hasta las vigas del artesonado. También cubrió el suelo del templo con tablas de ciprés.
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En este capítulo vemos que a Salomón le tomó 7 años construir el templo del Señor, después de que su reino se estableció en 4 años. Dios no solo le dio sabiduría a Salomón para organizar todas las cosas, también le dio paz para que no se enfocara en defenderse sino que se dedicara a construir el templo. Salomón consiguió la madera, los materiales textiles y toda clase de metales preciosos para levantar un templo majestuoso. ¡Y el templo que edificó Salomón es una estructura arquitectónica admirable! Todo eso como señal de la sabiduría que Dios puso sobre Salomón y los ingenieros escogidos para esta obra.
En medio de la explicación del proceso de construcción, en este capítulo leemos una frase de la voz de Dios cuando le dijo a Salomón que Él quería habitar en medio del pueblo pero sería con una condición: Si Salomón guardaba los mandamientos y seguía a Dios de todo corazón. Es como si Dios llegara a visitar la obra que estaba siendo realizada para honrarlo y adorarlo, asegurarse de que todo eso que estaba haciendo Salomón no sea en vano, que no fuera solo un templo bonito sin la presencia de Dios allí. Y no es que Dios estaba buscando una casa como si no tuviera donde vivir, pues Dios es tan grande que el planeta Tierra es diminuto ante la grandeza de Dios. Sino que Dios estaba dispuesto a moverse continuamente en medio de su pueblo y bendecirlo constantemente, estaba dispuesto a escuchar sus oraciones.
Pero si Salomón se apartaba del Señor, ese templo no sería nada importante para Dios. En pocas palabras, la presencia de Dios no dependería de un templo inmenso cubierto de madera fina y de oro puro, sino de un corazón y alma pura.
Así mismo debemos entender que de nada sirve decir que somos cristianos pentecostales o identificarnos como creyentes si nuestro corazón, nuestros hechos, nuestros actos no demuestran que somos verdaderos hijos de Dios. Si vivimos a nuestra manera y no conforme a lo que el Espíritu de Dios nos va mostrando, entonces es en vano lo que aparentamos ser.
Dios conoce nuestro corazón, lo que hacemos y lo que decimos cuando no estamos en la iglesia, con el pastor o con algún hermano de la congregación. Dios es el que está ahí cuando estamos en la escuela o en el trabajo.
He visto con dolor cómo muchos comenzaron una vida cristiana plena, siendo instrumentos de Dios, pero cuando Dios los usaba grandemente y eran bendecidos de forma especial, a mitad del camino se detuvieron a contemplar una distracción terrenal, se dejaron llevar por un deseo temporal y siguieron construyendo una vida cristiana pero sin el Espíritu de Dios. Al final, lo que construyeron cayó, se derrumbó, pues no pudieron soportar la prueba.
Recordemos el consejo del apóstol Pablo en 1 Corintios 3:11-16: “¡Nosotros somos el templo de Dios! Construye un templo para Dios pero recuerda que el propósito de vivir vidas...