1 Samuel 24:3-13 RVA2015:
[Por favor leer en su biblia]
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En este capítulo vemos uno de los episodios más impresionantes de la vida de David. David se encontraba escondido en la cueva, huyendo de Saúl. Y en un momento inesperado, Saúl entró a esa misma cueva, sin saber que ahí estaba David escondido. Se voltearon los papeles. Ahora David es el que tenía la oportunidad, una en un millón, de tomar acción y vencer a su mayor enemigo, el que lo perseguía para matarlo. David estaba en todo su derecho de tomar acción y proteger su vida. David estaba en guerra y su adversario estaba a su alcance. Los problemas de David acabarían con una sola estocada. Él podría volver a su casa, a su familia, podría retomar una vida tranquila y próspera. Incluso, sus acompañantes usaron una palabra profética a David cuando Dios le dijo que le entregaría a sus enemigos en sus manos y que este era el momento que Dios le estaba dando para eliminar a Saúl. Así como en muchas ocasiones David fue instrumento de castigo para los filisteos, así mismo podría él ser el instrumento para castigar a Saúl y tomar el reino que tenía todo el derecho de tomar por voluntad de Dios y por la unción del profeta Samuel.
Sin embargo, David tenía temor de Dios. David tenía principios y valores fuertes y bien establecidos. Ante su propia comodidad y su propio beneficio, David sabía que Saúl era el ungido de Dios y no tomó acción para ejecutar a Saúl. David dejó al Señor esta tarea de quitar a Saúl de su camino, porque él nunca tocaría la vida del ungido por Dios. Aunque estaba cometiendo injusticia y pecado, David respetó la vida de Saúl y prefirió seguir huyendo, esperando a que Saúl desistiera en perseguirlo y cambiara de actitud o que Dios se lo quitara de otra forma.
David pudo tomar esta dura pero admirable decisión porque él era un hombre que se regía por sus valores y principios. David tenía un corazón sensible a la voz de Dios, ya que el Espíritu de Dios conmocionó a David y no le permitió que cometiera daño. David no razonó de manera humana para justificar esta acción. David demostró en la prueba que es un hombre de carácter firme, inamovible, exhibiendo una vida de integridad, honestidad y justicia. Sus hombres pudieron aprender a que es mejor que Dios obre a que uno mismo sea el que force las cosas en momentos de desesperación o bajo presión.
Hoy podemos aprender, como David enseñó a sus soldados, a que no debemos justificar alguna acción que vaya a lastimar la vida de alguien que nos haya lastimado. A que tengamos firme nuestras convicciones, que serán las que nos ayudarán a tomar la decisión más sabia y correcta en momentos donde debemos tomar una decisión pronta. Serán nuestros principios los que nos van a dar la calma en momentos de presión de los que nos rodean, que nos dan muchos consejos pero que no son claros en nuestra mente. Al final, el Espíritu de Dios es el que nos mostrará el camino y afirmará en nuestro corazón la decisión correcta que debemos tomar aunque contradiga las opiniones de nuestros seres queridos y amigos.
El camino más fácil es responder con la misma medida pero es mejor vencer el mal con el bien y no permitir que nuestro ego lastimado reaccione con venganza. Es mejor doblegar cualquier impulso humano de arrogancia y tener paciencia cuando veamos al Señor obrando a nuestro favor.
Esta actitud de David lo honró ante sus seguidores y trajo bendiciones a su familia. Honra al Señor viviendo una vida de integridad, y de esta manera serás un modelo de comportamiento a seguir para tus hijos y ellos aprenderán a confiar en el Señor y no en sus propias fuerzas.
Recuerda el consejo del apóstol Pablo en Romanos 12:19-21: “Amados, no se venguen ustedes mismos sino dejad lugar a la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor. Más bien, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; pues haciendo esto, carbones...