ABRAM JACKSON: La joven Tarentine es el título de esta escultura y también el de la enorme pintura ―del tamaño de una gran cartelera― de una mujer que yace entre hojas amarillas y que vimos anteriormente. Puede verse al final de la sala anterior, justo desde donde estamos. La fuente de Wiley para ambas obras fue una escultura de una mujer, del siglo XIX. Como en muchas ocasiones, el artista reinterpreta el tema y la pose, probando con diferentes materiales… y géneros.
CLAUDIA SCHMUCKLI: Nuevamente, juega con la fluidez del género, lo que informa sobre lo que piensa acerca de la construcción de género a lo largo de la obra.
ABRAM JACKSON: Tanto las pinturas como las esculturas de Wiley contienen renovación, pero también sufrimiento.
KEHINDE WILEY: Usted verá esculturas que tienen estos zarcillos, estas vides que lentamente continúan el acto de vivir. Hay una resistencia en ello, un reconocimiento de la masacre y la terrible historia, pero también una insistencia en ser.
ABRAM JACKSON: La escultura original fue una elegía a una mujer que murió muy joven. Las pinturas y esculturas de Wiley transmiten un sentimiento similar, aunque, por supuesto, hay una causa de dolor en estas figuras contemporáneas que ―nos podemos imaginar― es más grave. Escuchemos a Hodari Davis:
HODARI DAVIS: Existe una dignidad y una especie de honor cuando se es recordado, convertido en un ícono. Pero también hay una ironía en ello, relativa a lo que sucedió y está sucediendo en San Francisco. No me puedo imaginar a nadie que viaje en el BART para ir al Museo de Young, y no tenga que pasar por los cuerpos de gente tendida en formas que son similares a aquellas que verán en el arte.
Y nos hacen recordar a Tyre Nichols o George Floyd, o a tantos muchos otros. Se nos hace recordar.
ABRAM JACKSON: El cuadro ovalado de la pintura de una mujer, aquí cerca, es nuestra siguiente parada.