Si no llegamos a tener Templanza en nuestras vidas, nos volvemos esclavos de nuestros apetitos y nos hacemos egoístas, porque nuestro deseo de placer estaría por encima del hacer el bien al prójimo.
Si no llegamos a tener Templanza en nuestras vidas, nos volvemos esclavos de nuestros apetitos y nos hacemos egoístas, porque nuestro deseo de placer estaría por encima del hacer el bien al prójimo.