San Pedro y San Pablo fueron dos figuras fundamentales del cristianismo primitivo. San Pedro, uno de los doce apóstoles de Jesús, fue el primero en liderar la Iglesia y es considerado el primer Papa; murió crucificado en Roma por su fe. San Pablo, antes llamado Saulo de Tarso, fue perseguidor de cristianos hasta que tuvo una conversión al cristianismo tras una visión de Cristo, convirtiéndose luego en uno de los más grandes misioneros y autor de varias cartas del Nuevo Testamento; murió decapitado en Roma. Ambos son recordados juntos el 29 de junio por su papel clave en la expansión del cristianismo.