Ventas a Discreción

184. Los altibajos de la Fuerza de Voluntad


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El autocontrol es como un músculo.
El primer científico que observó y comprobó sistemáticamente los límites de la fuerza de voluntad fue Roy Baumeister, un psicólogo de la Universidad Estatal de Florida con una larga fama de estudiar fenómenos desconcertantes.
Se había planteado preguntas como: por que los equipos deportivos juegan peor en casa en los campeonatos internacionales, y por que los jurados suelen declarar no culpables a los delincuentes guapos.
Durante los últimos quince arios ha estado pidiendo a los participantes que ejerzan su fuerza de voluntad en el laboratorio: rechazando galletas, apartándose de distracciones, conteniendo la ira y manteniendo los brazos sumergidos en agua helada.
En un estudio tras otro el autocontrol de los participantes fue mermando con el tiempo, al margen de lo que les pidiera. Cuando tenían que concentrarse, acababan no sólo distrayéndose, sino también agotándose físicamente.
Cuando debían controlar sus emociones, además de acabar perdiendo los estribos, deseaban gastarse el dinero en algo que no necesitaban. Cuando les pedían que se resistieran a los pasteles deliciosos, además de desear comer chocolate dejaban las cosas para más tarde.
Era como si la reserva de fuerza de voluntad se les fuera gastando con cada acto, por eso cada vez que se controlaban tenían menos fuerza. Estas observaciones llevaron a Baumeister a establecer una fascinante hipótesis: el autocontrol es como un músculo. Cuando se utiliza, se cansa.
Si no lo dejas descansar, puedes quedarte sin fuerzas, como los atletas que se esfuerzan hasta el agotamiento. Desde la aparición de esta primera hipótesis, docenas de estudios realizados en los laboratorios de Baumeister y por otros equipos de investigación han respaldado la idea de que la fuerza de voluntad es un recurso limitado.
Cuando intentas controlar tu genio, no sobrepasar un presupuesto o no repetir un plato, estás sacando tu fuerza interior de la misma reserva energética. Y, al igual que la fuerza de voluntad se va reduciendo con cada acto, también podemos llegar a perder el control.
Si intentas no cotillear en el trabajo, te puede costar más resistirte a los postres de la cafetería. Y si rechazas ese tentador tiramisú de la barra, te costará más concentrarte cuando vuelvas al escritorio de la oficina.
Y al volver a casa, si el idiota del carril contiguo casi choca con tu coche por estar hablando por el móvil, seguro que le chillarás por la ventanilla que grabe en él el número de teléfono de urgencias porque es un peligro público.
Muchas cosas que no creías requirieran fuerza de voluntad también dependen de esta limitada reserva de fuerza interior —y la agotan—, como intentar impresionar en la primera cita a la persona con la que has quedado o encajar en una cultura empresarial que no comparte tus valores.
O hacer un estresante trayecto para ir a trabajar, o aguantar otra tediosa reunión más. Cada vez que tienes que refrenar un impulso, eliminar distracciones, sopesar metas para elegir la mejor o hacer algo que te cuesta, estás usando un poco más de tu fuerza de voluntad.
Incluso te ocurre con las decisiones banales, como elegir en el supermercado un detergente de entre veinte marcas. Si tu cerebro y tu cuerpo necesitan hacer una pausa y cavilar, significa que estás ejercitando el músculo metafórico del autocontrol.
El modelo del músculo de la fuerza de voluntad es tranquilizador y desalentador al mismo tiempo. Es bueno saber que cada vez que la voluntad nos falla no quiere decir que seamos unos flojos, a veces refleja lo mucho que nos hemos esforzado.
Pero, aunque sea reconfortante saber que no podemos esperar ser perfectos, esta investigación también señala algunos serios problemas.
Si la fuerza de voluntad es limitada, ¿estamos condenados a fracasar en nuestras metas más importantes? Y dado que nuestra sociedad nos exige casi un constante autocontrol, ¿estamos destinados a ser una nación de zombis sin fuerza de voluntad, errando por el mundo en busca de una gratificación instantánea?
Por suerte, hay cosas que puedes hacer para recuperar la fuerza de voluntad y tener más autocontrol. Porque el modelo del músculo, además de ayudarnos a ver por qué cuando estamos cansados nos falta voluntad, nos muestra cómo entrenar el autocontrol.
Empezaré considerando por qué nos falla la fuerza de voluntad. Y a continuación aprenderemos una lección de los atletas de resistencia —que regularmente traspasan sus propios límites yendo más allá del agotamiento— y exploraremos estrategias de entrenamiento para tener más autocontrol.
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Ventas a DiscreciónBy David Blanco