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En esta entrevista viajamos a Copenhague, al Instituto de Investigación sobre la Felicidad. Si, existe tal cosa y allí trabaja midiendo la felicidad desde hace más de seis años el español Alejandro Cencerrado, físico, experto en estadística y Big Data. Encontrar a un experto en la felicidad me llenó de preguntas, empezando por de qué hablamos cuando hablamos de felicidad -¿es lo mismo para todos? ¿cambia según el momento histórico, la cultura, las circunstancias?-, y siguiendo por cómo se mide y para qué concretamente sirve medirla. Cencerrado afirma que el bienestar social debe poder medirse de otras formas más allá de los índices económicos, la productividad o el desempleo, y en eso trabaja todos los días. Entre algunas conclusiones: la soledad es un factor que incide directamente en la infelicidad (por eso sentirnos acompañados es uno de los parámetros fundamentales para ser felices. Y no se trata de cantidad, sino de la calidad de vínculos). En contraposición, la confianza influye en la felicidad: Finlandia, Islandia y Dinamarca son los países más felices del mundo y tienen altísimo índice de confianza social.
Cencerrado concluye en que no hay que obsesionarse con la felicidad, porque en definitiva, es pasajera. Es que no hay felicidad sin infelicidad: somos felices e infelices y necesitamos de cierta incomodidad para ir por más. Pero al fin y al cabo lo que cuenta es cómo nos gestionamos en momentos de infelicidad, y ahí entra el factor de la resiliencia.
Una conversación imperdible para repensar qué buscamos cuando perseguimos la felicidad y cómo podemos ser más felices.
En esta entrevista viajamos a Copenhague, al Instituto de Investigación sobre la Felicidad. Si, existe tal cosa y allí trabaja midiendo la felicidad desde hace más de seis años el español Alejandro Cencerrado, físico, experto en estadística y Big Data. Encontrar a un experto en la felicidad me llenó de preguntas, empezando por de qué hablamos cuando hablamos de felicidad -¿es lo mismo para todos? ¿cambia según el momento histórico, la cultura, las circunstancias?-, y siguiendo por cómo se mide y para qué concretamente sirve medirla. Cencerrado afirma que el bienestar social debe poder medirse de otras formas más allá de los índices económicos, la productividad o el desempleo, y en eso trabaja todos los días. Entre algunas conclusiones: la soledad es un factor que incide directamente en la infelicidad (por eso sentirnos acompañados es uno de los parámetros fundamentales para ser felices. Y no se trata de cantidad, sino de la calidad de vínculos). En contraposición, la confianza influye en la felicidad: Finlandia, Islandia y Dinamarca son los países más felices del mundo y tienen altísimo índice de confianza social.
Cencerrado concluye en que no hay que obsesionarse con la felicidad, porque en definitiva, es pasajera. Es que no hay felicidad sin infelicidad: somos felices e infelices y necesitamos de cierta incomodidad para ir por más. Pero al fin y al cabo lo que cuenta es cómo nos gestionamos en momentos de infelicidad, y ahí entra el factor de la resiliencia.
Una conversación imperdible para repensar qué buscamos cuando perseguimos la felicidad y cómo podemos ser más felices.
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