Himno: Tu palabra es mi cántico
Autor: Philip Walter Blycker
Philip Walter Blycker, nació el 22 de marzo de 1939 en Illinois y murió el 11 de junio de 2023.
Fue criado en la tradición evangélica como bautista, tomando clases de piano y trompeta durante su juventud.
Philip Walter Blycker recibió títulos de la Universidad Bob Jones en Greenville, Carolina del Sur en 1960 y de La Facultad de Música Vander Cook, Chicago en 1966.
Continuó con estudios de posgrado en historia y literatura de la música en la Universidad Estatal de Ohio, recibiendo su DMA en ministerio de música del Seminario Teológico Bautista Southwestern en Fort Worth, Texas en 1977.
El señor Blycker fue un compositor de himnos que con su esposa sirvieron como misioneros en Venezuela.
Fueron una fuerza importante detrás de una avalancha de textos de himnos tradicionales escritos con música latinoamericana.
Se unió a Camino Global en 1966 y en 1989 se convirtió en el editor musical del himnario en español Celebremos Su Gloria.
Contribuyó con más de una docena de canciones a Mil Voces, el himnario en español de la Iglesia Metodista Unida. En 2004 se unieron a la facultad de música del Instituto Bíblico Rio Grande de Edinburg, Texas, en la frontera con México
Miembro vitalicio de La Sociedad de Himnos, el Dr. Blycker compuso más de 170 canciones de las Escrituras en español e y alrededor de 100 en inglés entre los que se encuentran; Buscad primeramente el Reino de Dios, Clama a mí, clama a mí, Cristo su preciosa sangre y Tu Palabra es mi cántico.
También fue editor musical del himnario Celebremos Su Gloria. Enseñó música durante 25 años en el Seminario Teológico Centroamericano en la Ciudad de Guatemala, durante 15 años en el Seminario Bíblico de Puebla, México, y 15 años en el Seminario Bíblico Río Grande en Edinburg, Texas.
A continuación, damos paso al canto y lectura del himno: Tu Palabra es mi Cántico.
Tu Palabra es mi cántico;
esperanza y gozo da;
Es espada, arma divinal
Y escudo contra el mal.
Por la Santa Biblia te alabo,
Padre amante, mi Señor;
Te adoro, Cristo, Rey eterno;
Gracias, oh Consolador.
Tu Palabra es mi lámpara,
luz divina y guía fiel;
Más deseable que oro y plata es,
Y más dulce que la miel.
Tu Palabra es mi gran mentor;
es semilla, eterno don;
Quiero siempre en ella meditar,
Hallo allá la salvación.
Tu Palabra trae libertad,
me consuela en aflicción;
Cual martillo, y espejo es;
Fuego en el corazón.
Tu Palabra es mi agua y pan;
limpia el ser y fuerza da;
Leche y carne encuentro yo allá
Que mi alma sostendrá.