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Las decepciones no llegan solo para herirnos o detenernos… muchas veces llegan para despertarnos. Para mostrarnos algo que no estábamos viendo, para enseñarnos sobre nosotros mismos, sobre los demás, y sobre nuestra fe en Dios.
Cuando cambiamos la pregunta del “¿por qué me pasó esto a mí?” por un “Señor, ¿qué quieres enseñarme con esto?”, las cosas comienzan a transformarse. Porque ahí dejamos de enfocarnos solo en el dolor y abrimos la puerta a la perspectiva de Dios.
By Karla FranjulLas decepciones no llegan solo para herirnos o detenernos… muchas veces llegan para despertarnos. Para mostrarnos algo que no estábamos viendo, para enseñarnos sobre nosotros mismos, sobre los demás, y sobre nuestra fe en Dios.
Cuando cambiamos la pregunta del “¿por qué me pasó esto a mí?” por un “Señor, ¿qué quieres enseñarme con esto?”, las cosas comienzan a transformarse. Porque ahí dejamos de enfocarnos solo en el dolor y abrimos la puerta a la perspectiva de Dios.