Cuando llegamos al evangelio apreciamos nuestra incapacidad de ser discípulos en nuestras propias fuerzas. En el último discurso de Jesús a sus discípulos, él hace a los suyos una de las promesas más sorprendentes y maravillosas en encontradas en la escritura, la promesa del Espíritu Santo quien vendría a morar en ellos para brindándoles su ayuda divina y capacitarlos para poder llegar a ser discípulos de Cristo. En otras palabras, él les dijo que no estaría más con ellos para estar en ellos. ¡Qué gran verdad!