A veces el proceso de deconstrucción que vivimos hoy para ser mejores personas y construir una mejor sociedad, se siente como un exorcismo que nos tenemos que hacer a nostr@s mism@s.
Queremos expulsar los demonios y fantasmas del patriarcado que nos acechan en el inconsciente y que aparecen sin que nos demos cuenta; ojalá fuera tan fácil como rociarnos agua bendita y decir oraciones en arameo, mientras sostenemos un crucifijo ¿no?