Toda persona nace con un destino y un propósito. Para ello, Dios le dota con capacidades y talentos que le llevarán a cumplir con su misión en la tierra. Así que, aunque algunos no crean en tus capacidades y quieran aún, ponerlas en duda, tú sigue adelante, sabiendo que el Señor está contigo. Porque toda buena historia de vida merece ser contada y nadie debiera sentirse avergonzado de la labor que realiza. Amós hoy nos cuenta cómo pasó de boyero y recolector de higos a profeta del Señor.