Para ella, la apnea es mucho más que una disciplina deportiva, es una práctica espiritual que la lleva a sus profundidades, a conectar consigo misma y a emerger siempre con un nuevo aprendizaje. Siempre en equipo con su entrenadora, su inseparable hermana Eloisa, que dice, la ayudó a transformar su sueño en objetivos y a cumplirlos, pero ante todo, a recuperar la fe en si misma.

Escuchar a Ludmila, su pasión por sumergirse y su tenacidad, es hacer constantemente una analogía con la vida con la que cualquiera puede identificarse e inspirarse. "El universo te da y te saca. Vos tenés el poder de decidir si te aferrás a eso que te saca o lo reacomodás a tu favor". Con la paciencia y la resiliencia entrenadas bajo el agua y afuera de ella, logrando marcas que dejan huella en la historia del deporte argentino y gestionando su propia carrera, Ludmila define que no todo es ir al límite, que hay que saber aceptar nuestra fragilidad. Y con la sabiduría de quién miró de frente sus miedos y conoce el orden sagrado de las profundidades, cierra diciendo: "Todo pasa. Las circunstancias son simplemente eso, no nos definen".