Hoy hablamos de cómo los andaluces escuchan el flamenco.
Nosotros, los extranjeros, solemos pensar que los españoles, por el simple hecho de serlo, conocen todo lo relacionado con su país, incluido, por supuesto, el flamenco.
Sin embargo, en España es común que la gente joven no escuche flamenco, considerándolo música para personas mayores. Y es cierto que en muchas peñas flamencas rara vez se ve a alguien menor de 60 años. Actualmente, los jóvenes en España están más interesados en otros géneros musicales como el pop, el reguetón o la música comercial, algo que ocurre en todo el mundo.
En cuanto al flamenco, los españoles tienen una formación pasiva: quien vive en Andalucía ha escuchado flamenco con frecuencia, sin prestarle mucha atención, de forma casual. Por la radio, en la televisión, por un vecino, en la fiesta del pueblo o en el festival de verano. Son como semillas de conocimiento presentes en el oído de la gente. Algo conocen, aunque no estén profundamente involucrados, y normalmente piensan que los mejores artistas son los que aparecen en la radio o en la prensa del corazón.
Los gustos musicales de quienes no eligen escuchar flamenco activamente, sino que lo oyen de forma pasiva y casual, están moldeados por la parte más lúdica del flamenco, la que se difunde más fácilmente en los medios.
Les gustan las bulerías o los tangos, pero no una seguiriya: en el centro comercial no se escucha el flamenco más profundo.
Siendo italiana, pienso que no todos los italianos saben cocinar pizza, bailar la tarantela o tienen bigotes y pelo negro.
Del mismo modo, no todos los andaluces pueden ser expertos en flamenco solo por ser españoles.
Obviamente, la gente en Andalucía tiene una cierta familiaridad con el flamenco, y esto constituye una base, sobre la cual se puede construir un conocimiento. Muchos andaluces dicen que son como nosotros, los extranjeros, porque nunca se pusieron a escuchar flamenco hasta un cierto día de su vida. Pero, en su universo sonoro, el flamenco existía, mientras que en el nuestro claramente no. Para nosotros, extranjeros que estudiamos y amamos el flamenco, puede ser hasta frustrante ir a España y ver que una persona que dice no escuchar flamenco pueda dar palmas espontáneamente a una rumbita o a una bulería tocada de manera informal en un bar por alguien que se está divirtiendo con los amigos. Cuando a nosotros nos cuesta esfuerzo, ejercicios y estudio.
Es importante recordar que el oído se moldea con los sonidos que escuchamos. Entonces, en el oído de un andaluz, el flamenco forma parte de su educación sonora. Lo que no entra espontáneamente es el conocimiento de la cultura, el intento de profundizar, los nombres de los cantaores históricos... Tú, que eres muy aficionado al flamenco y en tu país lo estudias con cuidado, mencionas a autores importantes para tus estudios... y a él ese nombre no le dice nada. Simplemente porque ese artista no aparece en la prensa o en la televisión, y la gente común no los conoce. Nosotros, armados con el sagrado fuego de la pasión hacia el flamenco, pensamos que todo el mundo en Andalucía conoce del flamenco al menos lo que conocemos nosotros, si no mucho más, por haber nacido allí.
Hay muchos andaluces que piensan que conocen y, sobre todo, comprenden más que nosotros el flamenco porque son andaluces y tú no. Y empezamos a discutir, intentando hacerle comprender que un tal artista es mejor que otro.
Te doy un consejo: cambia de tema. Ya. Es inútil intentar convencer a alguien que piensa que tú no puedes comprender porque no eres de allí.
Al contrario, si ves una peña flamenca, entra e intenta hablar con los ancianos que seguramente han visto mucho y han vivido muchas experiencias importantes en festivales y conciertos. Muchos han hecho del flamenco el centro de su vida cultural, y la peña un lugar de referencia. Aunque nunca pensaron en ser profesionales, no se perdieron un espectáculo flamenco en sus alrededores. Escuchar flamenco a diario es una especie de terapia, sin la cual no se puede vivir. El flamenco representa la raíz de la historia personal, que trae a la memoria recuerdos de su infancia, de toda su vida.
Para los que fueron educados en otro país, como por ejemplo nos pasa en Italia, la melodía es mucho más importante que el ritmo. Italia es el país de la ópera, tenemos una atención brutal hacia la melodía, pero no hacia el ritmo: nos equivocamos, nos vamos de compás. Para un andaluz, melodía y ritmo se funden profundamente, y si una melodía tiene ritmo, ese ritmo no se puede separar de la melodía. Son uno. Y si quieres sentir como un andaluz, empieza por no separar ritmo y melodía en tu atención.
En una fiesta hoy día, muy a menudo hay... reguetón (!), si hay una fiesta, hay a lo mejor bulería; si hay un festival flamenco de pueblo, hay unos cantaores y unos guitarristas. La gente del pueblo va a verlo porque es un evento social, y todos van aunque sin tener una pasión específica.
Lo que puedes hacer es ponerte a escuchar más flamenco que puedas. Claro, estaría muy bien poderlo escuchar de primera mano, en directo, pero viviendo lejos, esto no puede ser posible. Entonces, lo que puedes hacer es escuchar discos, YouTube, Spotify, radio. Escuchar discos te permite conocer cosas que ya no se conocen.
Y date cuenta de las emociones que esto te provoca.
Escuchar el flamenco tiene que pertenecer a tu día a día. Si no, siempre será algo raro, extranjero.
Así descubrirás cómo construirte tu banda sonora flamenca exactamente como la de los andaluces.
Soy Sabina Todaro, me ocupo de flamenco desde 1985, soy profesora de baile flamenco en Milán y de una forma de danza expresiva que se basa en músicas y danzas del mundo árabe y se llama Lyrical Arab Dance.
Estudio con mucha pasión el flamenco y las neurociencias, la pedagogía, la anatomía, la psicología. He dedicado muchísimo tiempo a escuchar, leer, estudiar sobre el flamenco, también gracias a la preparación de mis podcasts (en italiano ya tengo 140 episodios al aire).
Soy una voz fuera del coro: siempre veo el flamenco en su dimensión multifacética, como forma de cultura que no separa música y danza, filosofía de vida. ¡El flamenco como una manera de vivir! Y notando que tiene un valor muy grande hacia tu bienestar. A lo mejor en España alguien tiene esta visión sobre el flamenco, pero en el extranjero no: para nosotros, acercarse al flamenco es aprenderse una falseta, un ritmo, un paso, y "hacerlo bien".
Pero la verdadera perla del flamenco es su valor terapéutico. Te ayuda a soltar, y te permite celebrar la vida en su complejidad, en su totalidad, en su extremada belleza.