Juan, el Apóstol adolescente, insiste en una idea fundamental que, se repite en casi todas las religiones: para presentarse ante Dios, el hombre debe de ser limpio, puro.
Juan, el Apóstol adolescente, insiste en una idea fundamental que, se repite en casi todas las religiones: para presentarse ante Dios, el hombre debe de ser limpio, puro.