Juventud divino tesoro. Me gustaría empezar haciendo con vosotros un ejercicio de memoria. ¿Recuerdas cuando cumpliste los 18 años? Qué edad tan complicada a la par que emocionante. Porque sientes que te comes el mundo pero eres demasiado joven para tomar decisiones trascendentales que toca tomar. ¿Qué estudio? ¿Me pongo a trabajar? ¿Qué se me da bien? Un poco pronto para saberlo…
Es el momento de experimentar, fallar, aprender y tomar decisiones que seguro van a afectar a nuestro futuro.
Y mi pregunta es: ¿recordáis sentir miedo? Ese sentimiento que muchas veces nos paraliza… Mi respuesta es no. Y siento envidia de esa María que con 18 años vivía la vida sin importarle el mañana. A veces, esa inconsciencia, es un tesoro que solo nos la permitimos en la juventud, pero que a la vez, gracias a ella… hacemos cosas grandes!
Y me pongo así de filosófica porque la historia de hoy me ha hecho reflexionar sobre ello.
Diego tenía tan solo 18 años cuando decidió hacer la maleta y volar muy lejos. Casi 17 mil kilómetros separan Colombia de Australia, casi nada… Con la maleta en una mano y la inocencia en la otra, se plantó en la ciudad de Perth, con la idea de estudiar inglés durante un año.
Han pasado ya 7 desde entonces y hoy no puede estar más feliz con su presente, aunque le ha costado llegar a donde está, el esfuerzo no ha sido en vano.