Hay 7 beneficios básicos de la oración que vale la pena entender. Muchos no sabemos orar, no queremos orar y no nos damos el tiempo para orar, y a veces no sabemos el alcance de la oración ni su propósito. No entendemos el beneficio que existe cuando estamos orando (caminando con Dios).

Leer Génesis 3:8

Muchos de nosotros, cuando estamos en una situación complicada, ahora sí oramos, ahora sí invocamos el nombre del Señor, ahora sí le encontramos sentido a la oración, y es ahí donde nos equivocamos, porque no es así.

La oración es mucho más que eso. La oración no es circunstancial, no es como un escape para nosotros resolver alguna situación complicada; es decir, sí lo es, pero no es el punto inicial del cual nosotros partimos.

Hay un punto de partida en lo que conocemos como los beneficios de la oración.

Leer Nehemías 1:2-4

En la Biblia hay tres palabras que se utilizan cuando se refieren a orar. Una de ellas, en el hebreo, es tefilá. Ésta es una palabra que se refiere a una súplica, una intercesión. Es una palabra donde empiezas a entender que orar es cuando suplicas o le pides algo a Dios. La otra palabra es pagá. Se refiere a encontrarse con alguien, con Dios. Otro sentido de esta palabra es correr hacia una autoridad, una urgencia, algo desesperado. También es caer sobre el enemigo. Es válida cuando la aplicamos en la guerra espiritual. Y la última palabra en el griego es proscomía, que tiene otros elementos. Es hacer un voto con Dios. Es ponerse de acuerdo con Él.

Leer Mateo 6:5-6

BENEFICIOS DE LA ORACIÓN

1.- Nos conectamos con Dios.

Es un caminar con Él, hacemos a un lado todo porque Dios está por encima de nuestros problemas. Hay un gran beneficio cuando estamos conectados con Dios, ya que si no hacemos esto primero, lo demás no va a funcionar. Si estamos conectados con Dios, nada ni nadie nos va a separar del amor de Dios (Leer Lucas 3:21-22).

2.- Alabamos y adoramos a Dios por quien es Él.

Es un Dios majestuoso, sabio, un Dios en quien nos podemos refugiar. En nuestro tiempo de oración le alabamos, le adoramos y declaramos sus atributos. Nos fortalecemos a nosotros mismos al exaltar a Dios (Leer Juan 17:1-4).

3.- Nos alineamos con Dios.

A medida que nos acercamos con Dios, nos arrepentimos de nuestros pecados a través de la oración, nos sometemos a su voluntad, nos alineamos con Él. Si no lo hacemos, nuestras oraciones no serán contestadas. Debemos ponernos en paz con Dios, caminar bajo su sombra para que nos libre del mal, así no temeremos a la oscuridad (Leer Salmo 91:1-7).

4.- Revitalizamos nuestra fe.

Nos enfocamos sólo en Dios, de tal manera que podemos orar en el entendimiento y orar en el Espíritu Santo (Leer Judas 1:20). El que ora en lenguas a sí mismo se edifica (Leer 1 Corintios 14:2-3). Empezamos a alinear nuestras oraciones a lo que Dios quiere, porque Él tiene un propósito, un plan que desconocemos. Orar en el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Si quieres saber cuál es la voluntad de Dios, ora en el Espíritu (Leer Romanos 8:26-27).

5.- Suplicamos, rogamos y clamamos.

Ahora sí empezamos a pedir por cosas nuestras, cosas que anhelamos en nuestro corazón. Nos va a dar más de lo que imaginamos. Ése es nuestro Dios. Pero ése no debe ser el primer punto de la oración: El primero es conectarnos con Él, el segundo es reconocer quién es Dios, el tercero es estar alineado con Él, el cuarto es darle espacio al Espíritu Santo para orar conforme a la voluntad de Dios, y el quinto es hacerle nuestras peticiones. Dios responde la oración del justo.

6.- Intercedemos.

Dejamos de orar por cosas nuestras y ahora empezamos a ponernos en la brecha por los demás. Uno de los beneficios de la oración es que vamos a bendecir a gente que ni conocemos.

7.- Nos equipamos para entrar a la guerra.

Es la guerra espiritual. Tenemos el armamento espiritual para enfrentar al diablo. Debemos orar en el Espíritu. Ahora tenemos las instrucciones para liberar a los cautivos y sanar a los enfermos (Leer Efesios 6:10-18).

Hay gente que se está asfixiando en la basura de este mundo, pero está la oración para recurrir a ella. Nuestro oxígeno está en la oración.